Los costes ocultos del software libre

Cuando contratamos un servicio informático es sensato y necesario preguntarse sobre la existencia de costes posteriores al siempre conveniente y atractivo presupuesto inicial. No queremos encontrarnos en medio de un callejón después de haber pagado para entrar y teniendo que pagar aún más para salir.

En esta disquisición no cabe distinguir entre software libre y privativo. Podríamos estar hablando de cualquier servicio de consultoría, no sólo de informática.

Lo único que implica que el software sea libre es que tenemos derecho a acceder al código. Si se tratase de un edificio, podríamos equipararlo al plano. Al plano como idea, pues la hoja de papel en la que podemos imprimirlo sería un ejemplo sencillo de coste oculto.

Veamos con más detalle algunos de esos costes que a menudo se infravaloran o ignoran al presupuestar y que nos pueden disparar el gasto final.

La infraestructura.

Es difícil concebir una obra sin materiales y carece de sentido ponerse a traer montañas de ladrillo si no hay solar donde amontonarlos.

Aplicado al software, la infraestructura son las máquinas que ejecutan nuestro código. Conectarlas a internet de forma fiable y a prueba de fallos tampoco es un asunto trivial. Como en todo sistema físico, la precisión y la robustez se encarecen en cada incremento cualitativo.

Como en un edificio, podemos abaratar costes ahorrando en materiales. Hay proveedores que nos ponen un servidor por cifras que rondan los 100 € anuales. Seguramente tengas en mente opciones todavía más baratas. Yo mismo tengo una docena de esos para etapas iniciales de desarrollo y proyectos domésticos.

Que nadie se olvide de que el cuento de los tres cerditos es una fábula, no ciencia ficción. Si hay lobos con buenos pulmones en tu zona, invierte en hormigón.

La mano de obra cualificada.

Instalar un programa es algo más que pinchar en siguiente y esperar. Esto, que parece tan obvio, es una cruda realidad a la que se enfrentan muchas empresas, siempre en el peor momento posible. Implementar una política de copias de respaldo, monitorización del funcionamiento de los sistemas y la gestión eficiente de los registros de actividad son labores con tanta especialización que algunos profesionales se dedican exclusivamente a ello.

Si crees que “eso puede hacerlo mi sobrino”, probablemente estés en lo cierto. No olvides llamarle también cuando tengas que edificar tus nuevas oficinas.

El mantenimiento.

Consideramos en este apartado las labores de supervisión del correcto funcionamiento, entre las que se podría incluir el soporte a los usuarios.

En este sentido, el software libre puede suponer un cambio radical en las reglas del juego. Dada la libertad de acceso al código, tenemos la opción de cambiar de proveedor de servicios si no estamos contentos con el partner, nuestro proveedor, pero sí con el programa, algo que en muchos casos privativos está restringido a un nivel cuasi mafioso.

Pero sigue siendo nuestra responsabilidad informarnos y evitar entrar en situaciones que nos aten o condicionen en el futuro, ya que el hecho de que el software sea libre no evita que nos puedan tomar rehenes por otras vías, como la retención de las bases de datos.

El tiempo.

Imagen cortesía del American Watchmakers-Clockmakers Institute

Desde el punto de vista de la gestión de proyectos, consideramos el tiempo que se tarda en desarrollar o implementar el software.

Desde el punto de vista de los costes ocultos, en el caso del software libre hay, además, un factor muy importante de aprendizaje, investigación, comparación y ensayo-error.

La flexibilidad y facilidad de interacción entre herramientas open source implica que cada escenario sea distinto y solamente la experiencia nos puede amparar. De todos los recursos que conforman un proyecto de informática, el más caro es el tiempo de los especialistas. Esto no es una proclama corporativista por mi parte, es una realidad del sector con la que los propios profesionales nos enfrentamos a diario.

Entenderlo es crucial para ser un cliente debidamente informado.

Encontrar la solución de compromiso que se adapte a nuestras condiciones requiere de habilidad, experiencia y, a menudo, suerte.

Todos los aspectos anteriores han de enfrentarse siempre al presupuesto del que disponemos y a la calidad del producto obtenido. Si no queremos que nos engañen, debemos empezar por no engañarnos a nosotros mismos, conocer las limitaciones que estamos poniendo al desarrollo tecnológico en cuestión y afrontar las consecuencias haciendo una valoración realista de la nunca bien temida  deuda técnica.

Si un proveedor no nos detalla estos costes y tampoco nos preocupamos por saber qué será de ellos, no podremos decir que no nos gustan las sorpresas.

No podemos ahorrar en todos estos apartados, debemos entender que hay que alcanzar una solución de compromiso y que del balance de estas variables dependerá el éxito del proyecto.

¿Nos hemos dejado alguno en el tintero? Déjanos un comentario con tu sugerencia.