Vale, pero ¿ Qué gano yo si abro mis datos ?
Los datos son información y la información es poder, por lo tanto, los datos son poder.
Esta lógica tan familiar es el origen de una gran resistencia a la hora de plantear políticas de datos abiertos. Superar esta barrera se ha convertido en uno de los principales retos a los que actualmente se enfrentan diversas organizaciones y entidades. Para lograrlo, quizás debamos plantearnos una pregunta: ¿Qué genera más beneficio a un organismo, mantener los datos cautivos o abrirlos?
Si seguimos la lógica arriba expuesta, nos decantaríamos indudablemente por la primera opción; sin embargo, dejaríamos de lado una cuestión importante: el valor de los datos aumenta en tanto en cuanto aumenta su uso y consumo, ya que sólo así se convierten en información útil. Podríamos decir que si no los explotamos, son como un diamante sin pulir: sólo son datos, jamás información.
Ponerlos al servicio de terceros (particulares o empresas), en tiempo real, para su uso y explotación, es sin duda una palanca para generar valor añadido sobre los mismos, permitiendo desarrollar nuevos productos y aplicaciones.
Entonces volvemos a la pregunta original, ¿qué gano yo si abro mis datos? En primer lugar, mis clientes tienen más posibilidades de acceder a ellos, ya sea a través de mis propias herramientas y sistemas, a través de los de terceros, o bien directamente accediendo a los mismos en bruto publicados en Internet. Pero adicionalmente pueden disponer de los mismos datos e información enriquecida con otras fuentes existentes.
Otro hecho que se está produciendo es que el que los genera puede beneficiarse de que terceros desarrollen sus aplicaciones. Esto es especialmente interesante en el caso de servicios públicos.
Por poner un ejemplo real, y con cifras concretas, el número de accesos a los servicios de información de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid se ha multiplicado por 15 desde que se inició la política de abrir los datos, recibiendo cerca de 1.000.000 de consultas diarias, es decir, una media de más de 12 consultas en cada segundo. Además, existen más de 40 aplicaciones de terceros publicadas en las diferentes plataformas y sistemas operativos de smartphones que hacen uso de estos datos.
En conclusión, desde mi punto de vista, el primer beneficiario de una estrategia Open Data es el que la establece.