Ya viene, ya viene (la inteligencia artificial general)….
Son las 09.00 de la mañana. María ha despertado a John, como de costumbre, a la misma hora de siempre. Sabe perfectamente que es importante que John comience despejado el nuevo día, y le prepara su desayuno especial, porque hoy es viernes. Es el día de la semana en la que John puede hacer una excepción con su desayuno: huevos revueltos, bacon, maíz y una salchicha de tofu, vaya, su comida predilecta. Pero ese día, María decide quitarle a su desayuno especial, el bacon, puesto que este incrementaría innecesariamente su coeficiente calórico hasta situarlo cerca del umbral no deseado, con un +4,3% del límite que John tiene establecido en su dieta. John se despierta y saluda a María. Esta, con voz dulce, le dice: “buenos días John, percibo que este será un gran día para ti”.
Como habrás podido intuir, María no es, ni más ni menos, que una inteligencia artificial alojada en diferentes sectores que están activos en todas las estancia de la lujosa casa de John, ingeniero de inteligencia artificial cuántica, a las afueras de Barcelona. Y para situarte, corre el año 2049…
No sabemos, a ciencia cierta, cuando surgirá el advenimiento de la inteligencia artificial general (IAG). Lo que sí tenemos claro, es que ya viene…
Las preguntas, por obvias e inquietantes a la vez, seguro que más de una vez nos las hemos hecho:
- ¿Qué aportará al ser humano y a su ecosistema vital?
- ¿Qué objetivos pretende y cómo los conseguirá?
- ¿Qué problemas existenciales podría abordar y resolver?
Y sólo son tres preguntas, de las más de 1.000 que ChatGPT habría planteado a la cuestión inicial: cuándo vendrá.
Algunas startups, tanto nacionales como internacionales, ya están intentando dar respuesta a la incógnita inicial, o bien creando motores de IAG, algoritmos emocionales, o un modelo de machine learning súper avanzado.
Particularmente me quedo con los algoritmos emocionales. Cuando la inteligencia artificial blanda, básicamente la generativa, cruce su propio puente de Einstein-Rosen (ER, bajo los parámetros de la mecánica y física cuántica), vislumbrará un nuevo camino, quizá propio, que sólo podrá recorrer ella, pero como IAG.
Los nuevos estudios sobre motores de IAG son muy prometedores, porque abordan la inclusión de estos algoritmos emocionales, que en forma de enjambres, serán capaces de generar sensaciones, emociones y realizar acciones, independientes, y casi de forma consciente, fuera de su propia programación.
No sabemos si ese momento será de explosión de conocimiento y de clímax de evolución de la humanidad, el fin de ésta, o simplemente, la conexión entre un mundo físico y un mundo virtual. Las posibilidades son enormes, pero aquí, la ciencia, podría decir mucho menos de lo que debiera. Ya estoy viendo a sindicatos de robots planificando su próxima reforma laboral, pero eso sí, ahora son capaces de pensar por ellos mismos… o no.