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27
Feb

GitHub: open source sí, romanticismo no

La sala de reuniones principal de GitHub en su cuartel general de San Francisco se llama «Oval Office» y es una réplica exacta de la «Oval Office» desde la que despacha el presidente de Estados Unidos. La única diferencia es que la figura del águila que pisa Donald Trump al pasar por encima de la alfombra se ha sustituido por Octocat, la mascota e icono de la compañía. El resto es exactamente igual. La metáfora es muy clara: el open source tiene la intención de dominar el mundo. Y vista la trayectoria de la compañía en sus primeros ocho años de existencia no se puede descartar de ninguna manera.

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Si no te suena el nombre de GitHub pregunta a cualquier programador informático. GitHub es a la programación lo que Stephen Curry al baloncesto: el jugador a imitar con el que nadie contaba hace tres o cuatro años.

GitHub nació en 2008 en San Francisco fruto más de una necesidad puntual que no de una visión empresarial estratégica. La cosa era tan simple como crear un entorno colaborativo común donde los programadores en open source residentes en cualquier lugar del mundo pudieran crear, compartir, mejorar y discutir el resultado de su trabajo. El tiempo ha demostrado que los programadores pedían a gritos una herramienta como esta, y han convertido GitHub en un auténtico gigante que acumula clientes tan solventes como Facebook, Google, Netflix o la NASA. Y otros no tan conocidos pero que utilizan a diario esta plataforma para hacer crecer sus proyectos de software, como NaN-tic. De hecho, Tryton, el ERP open source sobre el que trabaja NaN-tic, es sólo uno de los más de 48 millones de proyectos desarrollados en código abierto por 11 millones de programadores de los cinco continentes(1) que están hoy alojados en GitHub.

Y es que en sólo ocho años, GitHub ha dejado de ser un pequeño repositorio online y se ha convertido en la comunidad open source más grande del planeta, que emplea a cerca de 600 empleados, que tiene una valoración financiera cercana a los 2.000 millones de dólares (según fuentes anónimas citadas por el Wall Street Journal) y que tiene un despacho oval como sala de reuniones. Pero la digestión de todo ello no ha sido sencilla.

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GitHub nació llena de buenas intenciones. La idea era simple: aplicar los principios de la cultura open source (libertad, transparencia, cooperación) en la gestión de la empresa. Esto quería decir que sus empleados elegían en qué proyectos querían trabajar, desde donde querían hacerlo y cuantas horas querían dedicar. No había jefes, no había directivos, no había departamentos. La gente trabajaba en lo que más le gustaba, con el equipo que quería y sin burocracia que les molestara. Era una empresa donde fluía la innovación y la creatividad, donde no había ni reproches, ni postureos, ni batallas internas para promocionarse. Era una de las pocas empresas del planeta que aplicaba el modelo conocido como flat organization.

El modelo funcionaba. Al menos al comienzo. Los primeros años el crecimiento de la plataforma y de la empresa que la gestionaba fue extraordinario. Uno de los inversores del grupo Horowitz, Peter Levine, aseguró en julio de 2012 que los ingresos de la compañía habían crecido a un ritmo de un 300% anual(2) y anunciaba una inyección de capital de 100 millones de dólares. Esta aportación debía permitir a la compañía construir nuevos data centers, mejorar sus instalaciones, sus equipos, contratar más y mejor personal… y cambiar la compañía. Uno de sus co-fundadores y director general, Tom Preston-Werner aseguraba el New York Times que el dinero no cambiarían la forma de trabajar de GitHub y que las compañías debían «optimizar la felicidad, no los recursos»(3). Un año y medio después Preston-Werner era «invitado» a dejar la empresa y optimizar la felicidad en su casa después de ser acusado de mobbing por una trabajadora.

La renuncia forzada de Preston-Werner fue un punto de inflexión. Los problemas que tenía que afrontar la compañía estaban en consonancia con su magnitud. Así, en diciembre de 2014 GitHub fue bloqueada durante unos días por los gobiernos de Rusia y de la India por haberse detectado contenido controvertido (un manual para suicidarse y propaganda a favor del ejército islámico)(4). A los ojos de la comunidad informática internacional GitHub ya no era aquel lugar tan idílico donde trabajar.

Pero seguía siendo una herramienta extraordinariamente útil y continuaba atrayendo a cientos de empresas que ven en el open source una manera diferente de desarrollar herramientas tecnológicas. ¿Qué tenía que hacer GitHub? ¿Volver a las esencias y sacrificar su crecimiento para ser fiel a una cultura empresarial más gestionable? ¿O renunciar a sus ideales y adoptar la estructura de las grandes corporaciones para ofrecer el nivel de servicios que sus clientes pedían?

Una nueva inyección de capital por parte de inversores por valor de 250 millones de dólares resolvió rápidamente el debate(5). Apertura de primeras delegaciones fuera de los Estados Unidos (empezando por Japón), contratación de altos ejecutivos para limpiar la imagen de la compañía (como Nicole Sanchez), o la aparición por primera vez en alguna lista Forbes (número 14 de la Forbes Cloud List 2016) han sido el tipo de titulares periodísticos que ha generado GitHub en el último año. Y los planes de futuro pasan por crecer, crecer y seguir creciendo.

GitHub, Inc. ha triunfado convirtiendo el open source en un negocio extraordinario, pero ha fracasado optimizando la felicidad de sus empleados. Gracias a GitHub el romanticismo ha muerto, pero el código abierto está más vivo que nunca.

 

FUENTES

  1. GitHub, the $2 billion ‘Facebook for programmers,’ has a plan to get even bigger”. Business Insider. Matt Weinberger. 1 de octubre de 2015.
  2. «Software Eats Software Development”. Peter Levine Blog. 9 de julio de 2012.
  3. «Dreams of ‘Open’ Everything”. The New York Times. Quentin Hardy. 28 de diciembre de 2012.
  4. «GitHub, Vimeo and 30 more sites blocked in India over content from ISIS”. The Next Web. Abhimanyu Ghoshal. 31 de diciembre de 2014.
  5. GitHub Raises $250M Series B Round To Take Risks”. Tech Crunch. Frederic Lardinois. 29 de julio de 2015.

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