Covid-19: Perspectivas, hechos y acciones
La crisis del Coronavirus es una crisis social con impacto tanto local como Global. Esta crisis sanitaria ha tenido su reflejo en el modo de vida de las personas y de la Comunidad en su conjunto. Las crisis globales generan cambios trascendentales. En concreto, cambios fundamentales en la creencias y actitudes sociales que, a su vez han derivado en nuevas políticas y regulación.
Si hay algo que ha puesto de manifiesto el fenómeno COVID‐19 es la necesidad de colaboración para conseguir objetivos comunes tales como la protección ciudadana, gestión de implicaciones a medio plazo y búsqueda de soluciones estructurales y duraderas.
El horizonte temporal que abarca la crisis es extenso y responder de manera efectiva requiere la observación y manejo de los siguientes aspectos:
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Evolución de la epidemia y respuesta sanitaria
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Políticas y acciones de Gobierno
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Impacto sectorial
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Actividad empresarial
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Implicación y respuesta ciudadana
El peso relativo y prioridad de cada una de estas líneas varía en función del tiempo pudiendo distinguirse varias fases desde que se toma conciencia de que existe una crisis y se inician las primeras acciones mitigadoras, hasta que la pandemia esté completamente superada. Observando cómo discurre el fenómeno del Coronavirus en los diferentes países, se identifican tres fases:
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Frenar la curva: una vez que se constata que existe una situación de crisis sanitaria el objetivo es limitar los contagios y nuevos casos, especialmente los más críticos. Para ello es necesario adoptar medidas de distanciamiento social (confinamiento) y cierre de los negocios. Consecuentemente se produce recesión económica e impacto en el empleo.
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Combatir el virus y reactivar la economía: una vez que se ha superado el punto álgido es preciso encontrar fórmulas colectivas para erradicar el virus, retomar la actividad y restaurar el equilibrio en los modos de vida. A medida que se incrementa la actividad, los negocios comienzan a abrir de nuevo, pero aplicando distanciamiento social y niveles de prudencia.
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Situación controlada y levantamiento de restricciones: se trata de la última fase en la que la epidemia está controlada a través de vacunas, curas y tratamientos. Existe capacitación sanitaria suficiente y sostenible. En este contexto, se asume que la economía se ha reactivado, los negocios y el empleo retoman la senda de crecimiento y las restricciones sociales son limitadas o se suspenden definitivamente.
La combinación de fases y dimensiones podemos articularla en un modelo que integre las lecciones aprendidas y sea aplicable para superar una situación similar en el futuro.
¿Por qué no pensar en la sistematización para ser más eficientes a la hora de superar este tipo de crisis?
Un modelo de esta naturaleza basado en experiencia empírica podría constituir la base para superar fenómenos con impacto Global, en menos tiempo y a menor coste. Apoyándose en la colaboración y compartición del conocimiento podría particularizarse según las condiciones de contorno de los países y ser extendido a otros ámbitos de actuación.
En el marco del modelo propuesto es imprescindible incorporar métricas ‐ “Lo que no se mide, no se puede mejorar”‐ cada una de estas fases y factores, deben venir respaldados por datos e indicadores que permitan medir el impacto, tomar decisiones y actuar. Se trata de un modelo dual cuantitativo‐cualitativo. ¿Qué indicadores ayudarían a elaborar un diagnóstico y pronóstico de la situación que nos ocupa? A continuación, comparto una propuesta.
Desde una perspectiva de análisis de información tanto cualitativa (métricas, indicadores socioeconómicos) como cualitativa (tendencias, factores de preocupación, medidas político‐sociales) podemos sintetizar 2 puntos de atención:
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La crisis del Coronavirus ha afectado de forma desproporcionada a los más desfavorecidos; por tanto, una recuperación exitosa debe ser inclusiva y con miras a un futuro mejor para todos.
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El rápido incremento de contagios y los rebrotes apuntan a un impacto económico severo paran2020, aunque la recuperación se espera sea más rápida que en crisis anteriores.
Evolución de la epidemia del Coronavirus y respuesta sanitaria
Para realizar un diagnóstico de la evolución de la epidemia nos apoyamos en los siguientes indicadores:
- Casos confirmados: 19,5 millones
- Fallecidos: 727.025
- Recuperaciones: 12,6 millones
Con el inicio de la desescalada los casos en junio son ~1,5x los de mayo y ~1,7x los de abril. El ritmo de contagios se sitúa en el 7%. El foco está en América del Sur que representa el 32% de los nuevos casos diarios.
En lo que respecta a la respuesta sanitaria una propuesta de indicadores cuantitativos sería:
- Número de test realizados/ casos confirmados
- Ensayos clínicos (pre‐clínicos/ fase 1)
- Tiempo estimado para aprobación de las curas (vacunas/ tratamientos)
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Vacunas |
Tratamiento |
Número de test realizados/ casos1 |
19 |
19 |
Ensayos pre‐clínicos2 |
172 |
139 |
Ensayos clínicos (Fase 1)3 |
16 |
58 |
Tiempo estimado para aprobación de los tratamientos |
9‐33 meses4 |
6‐21 meses5 |
Fuente: BCG
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Median of values for top 15 countries by nominal GDP (except China);
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Ongoing trials including pre‐clinical, Phase 1 (first trial in humans), Phase 2, Phase 3, Phase 4 ;
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Ongoing trials including Phase 1 (first trial in humans), Phase 2, Phase 3, Phase 4;
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9‐month development current “best case” for first supply (12 months since Apr 2020), then likely to require time for scale‐up and continuing to prepare for populations;
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Remdesivir is approved now, could be more widely available by Jul‐Sep 2020. For the next wave, estimated timeline is Oct ’20 – April ’22 (3‐21 months). If first round of drugs being tested succeeds – then 6‐9 months; if not – substantially longer;
Políticas y acciones de Gobierno para paliar la crisis
El Coronavirus ha ocasionado una crisis humanitaria y está afectando de forma no proporcional a los más desfavorecidos y segmentos de población más vulnerables. En este sentido la protección a dichas personas contribuye a frenar la curva para mantener cierta estabilidad a nivel global. Las políticas y acciones de Gobierno para combatir la situación de crisis están principalmente focalizadas en paliar los efectos negativos que la crisis sociosanitaria está teniendo en estos ámbitos. Es imperativo para los sectores púbico‐privados adoptar medidas específicas que garanticen una recuperación inclusiva. Por ello, los indicadores de control para esta dimensión sería verificar la puesta en marcha de dichas medidas:
- Planes de ayuda y subvenciones
- Moratoria de los pagos (impuestos, hipotecas)
- Anticipos de prestaciones
Impacto sectorial
Las 2 principales dimensiones para medir impacto económico son: crecimiento del PIB y tasa de desempleo. Las últimas previsiones económicas del Fondo Monetario Internacional apuntan a una caída del crecimiento del 4,9% a nivel global para 2020, para repuntar de nuevo al 5,4% en 2021. Tan sólo el sector farmacéutico se encuentra en los niveles de retorno total al inversor (TSR) previos a la crisis.
Por último, tomando el estándar global de definición de sectores (GICS), un 33% de los sectores concentran participación significativa en empresas con más del 15% de riesgo de impago. Dichos sectores, que se han visto más penalizados por la crisis son: Consumo, Materiales, Transporte, Auto, Inmobiliario, Energía y Hospitalidad
Actividad empresarial
Para valorar de forma cuantitativa el impacto sobre la actividad empresarial las métricas serían el valor de la acción y el retorno al inversor, lo que a su vez se refleja en los índices bursátiles.
Tomando como referencia el Top 1200 de empresas del índice bursátil S&P, más del 10% de las empresas de los sectores más afectados por el Coronavirus, mencionados en la sección anterior, están en riesgo de impago.
Implicación y respuesta ciudadanaal Coronavirus
Actuar de forma efectiva requiere una perspectiva integral en términos de salud, educación, seguridad alimentaria y estilos de vida.
En el ámbito sanitario, tomando como referencia el índice de contagios, se observa que las personas con menor poder adquisitivo presentan mayor riesgo de contagio. Los drivers del riesgo de infección incluyen trabajos en los que existe más contacto físico, tareas domésticas en centros colectivos o dependencia del transporte masivo. Por tanto aquí puede estar una de las palancas para accionar la respuesta ciudadana ante el Coronavirus o COVID-19.
Analizando el indicador de fallecimientos, el índice de mortalidad es más elevado en minorías raciales (Raza Negra x2,3 el de las razas Blancas o Asiáticas). Esto puede dar indicios para destapar oportunidades de actuar de forma diferente en estos países.
Otro aspecto que sería interesante evaluar de cara a la adopción de medidas, en este caso preventivas, es que la disminución de pacientes que visiten los hospitales por ataques de corazón o enfermedades cardiovasculares reduce en un 50% las muertes que es posible prevenir. Por tanto, transicionar hacia hábitos de vida más saludable ya no se trata de una moda; la población debe ser consciente de su importancia.
En el ámbito educativo la brecha digital hace peligrar el aprendizaje de una generación entera debido a los cierres de colegios. Este hecho se acentúa en las poblaciones más desfavorecidas y se constata en:
- Ausencia de equipamiento y acceso limitado a Internet y aprendizaje en remoto. En los países en vías de desarrollo, el 60% de los hogares no disponen de ordenador y el 50% tienen acceso limitado a Internet y carecen de acceso a medios de aprendizaje en remoto.
- Participación reducida en las clases online. En EEUU el porcentaje de alumnos que atienden las clases online puede variar hasta un 23% entre aquéllos que pertenecen a familias con alto poder adquisitivo y aquéllos cuya familia tiene un bajo poder adquisitivo. En Italia un 25% de los hogares tienen conexiones a Internet muy lentas, lo cual limita la calidad de la participación y acceso a los contenidos educativos.
- Mayor riesgo de abandono escolar. Según estimaciones de la UNESCO y extrapolando lo que sucedió en el ébola, los abandonos se incrementarán en 10M, en particular en niñas en edad de enseñanza secundaria en países con bajo‐, medio‐ poder adquisitivo.
Desde el punto de vista de seguridad alimentaria, el riesgo de hambre está aumentando rápidamente debido a falta de medios y a disrupción de la cadena de suministro. Antes de la crisis 135M de personas estaban en situación de inseguridad alimentaria. Con motivo del Coronavirus muchas familias han perdido su capacidad económica para adquirir alimentos y adicionalmente, las limitaciones en el transporte hacen prohibitivo que poblaciones en lugares remotos (ej. Desiertos) consigan alimentos o puedan hacer frente al incremento del precio derivado de las roturas de stock. Otros factores que agravan la propagación de la situación de hambruna son la reducción de las importaciones de alimentos (ej. Arroz en los países de África Sub‐sahariana), incremento de desperdicio de alimentos por alteraciones en el transporte, y retrasos en la distribución por incremento de la demanda. Consecuentemente se espera que la cifra de 135M pase a ser de 265M a finales de 2020.
En cuanto a los estilos de vida, cerca de 1,5B de personas se verán afectadas por falta de encaje entre sus capacidades y los trabajos que desempeñan en los próximos 10 años. De nuevo, las pérdidas de empleo se concentran en sectores con los salarios más bajos y personal menos cualificado. El ratio de personas que han pasado a riesgo de pobreza en los primeros meses de la crisis ha pasado del 26% al 59% en aquellos sectores secundarios (empleos informales). Entre los sectores más impactados por el Coronavirus donde los índices de desempleo han experimentado las subidas más fuertes destacan el ocio y la hospitalidad (36%) y el consumo retail y ventas al pormayor (15%) cuyas rentas anuales suelen ser 30‐50% más bajas que la media nacional.
Conclusiones
La protección a los más desfavorecidos contribuye a frenar la curva y es crítico para asegurar la estabilidad social. En concreto frenar la curva es sinónimo de prevención de nuevas oleadas de Coronavirus. La mayoría de los contagios y rebrotes se han producido en trabajos esenciales principalmente desempeñados por inmigrantes, venta ambulante o limpiadores. Las medidas implican respetar el confinamiento y evitar desplazamientos laborales de trabajadores para evitar contagios y la propagación del virus, especialmente en estos segmentos donde la propagación del virus es más rápida y se cuenta con menos medios para combatir la enfermedad. Por otra parte, en tanto en cuanto los más desfavorecidos se sientan más protegidos, disminuirán las protestas y marchas, ayudando así a mantener los niveles de estabilidad social.
No todo lo que ha traído la pandemia es negativo. Como aspectos positivos hemos aprendido que trabajar en equipo, con objetivos alineados y directrices comunes marca la diferencia y hace que las cosas sucedan. En este sentido, la respuesta ciudadana tiene poder suficiente para acelerar el acercamiento a un futuro mejor y más inclusivo para todos – algo que desde hace algún tiempo viene estando cada vez más presente.
Acceso a medios sanitarios por quienes no los tienen reforzará el nivel de preparación para futuras pandemias, con impacto en la salud y el bienestar.
La búsqueda de modelos de aprendizaje de alto valor y bajo coste ayudará a que más estudiantes, pese a tener menos medios económicos, puedan desarrollar su potencial y alcanzar sus metas.
Un futuro más inclusivo supone también un sistema alimentario más resiliente, con menos desperdicio y soluciones innovadoras para la última milla – alcanzando a los más desfavorecidos.
Por último, es necesario invertir en capacidades y talento de forma masiva. El compromiso con la diversidad y la igualdad contribuirá a construir la fuerza de trabajo del futuro.
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