Mentalidad innovadora para un mundo más humano
En esta ocasión y aprovechando que el año se acerca a su fin, voy a centrarme en un aspecto fundamental para nuestras vidas, como es la mentalidad. Que duda cabe que el año 2020 ha supuesto para la Humanidad una prueba de fuego en muchísimos sentidos. Hemos tenido que convivir con una amenaza mundial, hemos visto como familiares o allegados nos han dejado, y esas escenas se repetían en todo el planeta y lo hacían en muchos casos sin poder despedirlos. Hemos visto como nos atrincherábamos en casa sin contacto directo con familiares, amigos o conocidos. Y hemos visto la fragilidad que como especie podemos mostrar en un momento dado.
¿La unión hace la fuerza?
Sin embargo, la Humanidad poco a poco se va reponiendo con sus altos y bajos. Por supuesto, eso no quiere decir que no vayan a existir secuelas físicas, psíquicas y emocionales, que las va a haber, y ya se estudiarán en detalle. Pero como especie se ha producido una colaboración sin precedentes para atacar el problema y el gran paso dado, es que había una clara voluntad e interés de solucionar dicho problema. Aunque se dieran palos de ciego, aunque todavía no tengamos claro al 100% si la vacuna será la solución definitiva, como especie hemos sido capaces de ir a por el problema, atacarlo e intentar resolverlo por distintos métodos. Y esa es la mentalidad que cada uno de nosotros deberíamos aplicar a partir de ahora en nuestras vidas, si queremos hacer frente al nuevo mundo que se nos va a presentar de aquí en adelante.
El ser humano desde su época paleolítica ha tenido que vivir en circunstancias cambiantes todo el tiempo. De hecho, su nomadismo crónico le proporcionaba la mayor de las incertidumbres respecto al día siguiente, en cuanto a comida, refugio y conservar la vida ante los numerosos depredadores. Pero gracias a su intelecto, se fue reponiendo a las adversidades y creando un entorno más propicio a sus necesidades, hasta el punto, de llegar a dedicar parte de su tiempo al arte rupestre. Si lo pensamos, esto ha estado ocurriendo durante siglos y milenios en los que nuestra evolución como homínidos nos ha ido configurando en el ser humano actual.
Nuestro código genético tampoco difiere mucho al de un chimpancé, pero ya los homo neandertales se diferenciaban del resto de especies por sus capacidades en la corteza pre-frontal del cerebro. Tácticas bien diseñadas en la caza, tendencias a una confortabilidad, cuidados en la higiene cada vez mayores y un desarrollo progresivo en la tecnología de herramientas nos hizo llegar al Neolítico y asentarnos en pequeñas aldeas, donde no sólo se domesticaron animales y cultivaron semillas, sino que se dedicaron a labores artesanales. Ya en este punto, hablamos de una mentalidad orientada a guardar para el mañana. A prevenir la incertidumbre. A estudiar el entorno que nos rodea, para desde el conocimiento, aprovechar al máximo su potencialidad.
Mentalidades innovadoras para impulsar el mundo
Van surgiendo los estados, como forma de organización política y social con el fin de desarrollar una sociedad en paz y convivencia. Es el nacimiento de un incipiente estado del bienestar, que se irá incrementando a lo largo de los siglos con las distintas civilizaciones que han poblado el planeta hasta la actualidad. Finalmente culmina en las dos primeras décadas del siglo XXI en un estado de bienestar consolidado con grandes garantías para los más desfavorecidos, reducción a nivel mundial de la pobreza según las últimas estadísticas de la ONU y OCDE. Claro, es verdad que los años en los que se ha producido este bienestar de la Humanidad han sido muchos menos que los años en los que esa Humanidad ha vivido con permanentes incertidumbres, pero aunque nuestro cerebro ha conservado características paleolíticas, como es el miedo, sexto sentido, y vello erizado de una época muy dura, sin embargo, nos hemos ido acomodando, buscando lo confortable en el bienestar común. Como especie, hemos adquirido una mentalidad del bienestar, pero solo en los últimos tiempos, porque el factor cambio siempre ha sido una constante, lo que pasa es que el ser humano tiene una tendencia a buscar el confort.
Y en esta situación, llega la pandemia del virus SARS-COV 2. Y todo se pone boca abajo. Nuestros cimientos tiemblan, nuestros miedos renacen y nuestra mentalidad? Nos sorprendería ver cómo la mentalidad es clave en estas situaciones. Debemos tener una mentalidad abierta y buscar la solución, aunque en un principio parezca peregrina.
Sabes? En plena pandemia hay gente que ha estado desarrollando proyectos que impulsan a la Humanidad. Medios de transporte que no tocan railes, naves prototipos para llegar a Marte, vacunas que ganan la batalla al virus, nuevos exoplanetas encontrados, hallazgos arqueológicos que nos dan una información enorme de nuestro pasado, satélites que llegan a la Luna, implantación de una red 5G a nivel mundial. Hay gente que con su mentalidad innovadora, incluso en un momento como el actual, está haciendo avanzar hacia el futuro a la Humanidad, porque han logrado entender que su trabajo trasciende mucho más que cobrar una nómina y vivir. Tienen un objetivo y propósito que implica hacia dónde vamos como especie y en la pandemia no ven problemas, al revés, los atacan y los convierten en oportunidades.
Oportunidades de prosperar en trabajos aplicando tecnologías disruptivas que hace 10 años, muchas de ellas estaban en mantillas. Creando nuevos trabajos, buscando soluciones al mundo como la reforestación de bosques, regeneración de atolones y barreras de coral o simplemente métodos increíbles que logran extraer agua en pleno desierto. Ellos se podían quedar en casa viendo la televisión con sus noticias machaconas sobre la pandemia. Pero no, han optado por cambiar el chip y pensar a lo grande, buscando desafíos cuya solución beneficiará a millones de personas.
Cuando tienes a tu lado gente con esta mentalidad te transmite motivación, pasión y una perspectiva diferente. Todo tiene un sentido y en base a ese sentido trabajas para ayudar a millones de personas de forma exponencial, gracias a su pensamiento exponencial. Por qué las escuelas no nos enseñan desde pequeñitos a tener esta mentalidad y pensamiento?
Una nueva mentalidad, para un mundo más humano
Sabemos que hay millones de ancianos en el mundo, que están solos y en ocasiones mueren solos. Nuestro modo de vida no nos permite reparar en ellos. Incluso somos capaces de crear robots inteligentes con apariencia humana que les atiendan y hagan compañía. Es correcto eso? Muchas veces pensar a lo grande, también es pensar en las personas y cosas cotidianas que tenemos cerca. Un anciano valora la compañía de un robot humanoide, pero más valoraría la interacción y calor de un humano. Ahí estamos fallando y seguro que alguna idea que parezca muy loca, resolverá este problema. Más loco era ir a la Luna y hemos ido varias veces. Y no es una locura ir a Marte? Pues en ello estamos.
La pandemia ha acelerado ciertos cambios como que los robots nos sirvan en tiendas o restaurantes, o drones nos empiecen a llevar los pedidos a casa. Habrá robots que sean comerciales de primera vendiendo productos y profesores online con todo el conocimiento del mundo, pero estamos de acuerdo que el ser humano, necesita algo más?
La pandemia está destruyendo negocios, bares, restaurantes, etc… quién nos puede decir, que cuando todo esto pase, un autónomo o emprendedor no utilice camareros y cocineros robots para hacer su negocio más rentable, porque no hacen parones, no van al médico, ni tienen familiares a los que en ciertos días tienen que cuidar, ni tienen ocio por las tardes y noches?. Es necesario buscar soluciones para que como especie no perdamos el contacto unos con otros y lo digo en un momento como éste, en el que no es conveniente por la expansión del virus, pero sobre todo será necesario buscar propósitos y objetivos para millones de personas que no deberían quedar desplazados de esta revolución. O mejor, que sean ellos los que gracias a un cambio de mentalidad encuentren ese propósito y den un sentido a su vida. Busquemos soluciones, tengamos un propósito del nuevo año, para únicamente cambiar nuestra forma de pensar. Cambiar, ni más ni menos, nuestra mentalidad.
Si vemos una injusticia pensemos en un proyecto que la resolvería, si necesitamos financiación pensemos cómo mediante un crowdfunding podemos involucrar a gente que dispone de dinero y piensa como tú y cree en lo que vas a hacer, porque transciende el mero negocio. Escucha a cualquiera que tengas alrededor. Sirve el último trabajador joven que se ha incorporado a un proyecto, el anciano que hace una reflexión simple, pero cargada de una lógica aplastante, el niño que con su mentalidad abierta ve las cosas fáciles o simplemente las ve, cuando nosotros a lo mejor, nunca las hemos visto. Todo el mundo aporta, sólo hay que escuchar.
Cada vez más vamos a vivir en mundos y realidades virtuales pero que nos van a generar negocios millonarios y se van a crear nuevas necesidades. No es que se deslocalicen las empresas, es que nos vamos a deslocalizar nosotros mismos teniendo avatares en un mundo virtual con el que interactuaremos desde un pueblecito de Soria o desde un rascacielos de Manhattan, si no lo hace nuestra inteligencia artificial. Dará igual. Por eso hablaba antes del tema educativo. Podría existir la tentación de reducir el gasto público de profesores y colegios, creando un sistema educativo digital con precio más reducido y personalizado y con la única obligación de tener un dispositivo y su conexión. Pero qué supondría eso para nuestros hijos, sin la emoción de un profesor explicando, sin la interacción con amigos, sin la colaboración física en proyectos, sin compartir emociones que lleven a un abrazo o un beso.
Mi mensaje? Tengamos una mentalidad abierta. Cambiemos la mentalidad actual, pero para hacer un mundo más humano.