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Oct

La Inteligencia Artificial será el médico del futuro

La Inteligencia Artificial será el médico del futuro

«Miguel Gómez (nombre inventado), de 42 años de edad, desarrollará un cáncer de colon, entre mayo y septiembre de 2038».

Esta es la información que un nuevo sistema de inteligencia artificial denominado Scanflex, está desarrollando mediante un grupo de investigadores multidisciplinar de diferentes universidades y laboratorios de investigación, en un esfuerzo continuado para erradicar el cáncer (y todas sus variedades) en los entornos del año 2050.

Si bien es cierto que cada vez se dan más pasos, también es cierto que las mutaciones de estas células cancerígenas, se vuelven más inteligentes, y “sortean” con más facilidad, los fármacos y demás compuestos creados contra su proliferación el cuerpo humano generando patologías cancerígenas que, muy habitualmente, finalizan con la muerte del paciente.

«Superchip» de inteligencia artificial para el fin del cáncer

Los estudios más avanzados del “superchip”, un implante inteligente que el ser humano podría tener en su cuerpo instalado alrededor del 2035-2040, podría ser el comienzo del fin para esta enfermedad endémica del siglo XXI.

Este superchip tendría un “ejército inteligente” encargado de vigilar la entrada de posibles sustancias al organismo, que recombinadas en una cierta proporción, pudiesen producir en un corto espacio de tiempo, una célula cancerígena mutada.

Este superchip, dotado de un portentoso algoritmo de IA, podría escanear en el torrente sanguíneo, cualquier elemento sospechoso de producir reacciones químicas que desembocasen en un estadio preliminar de cáncer.

¿Cómo actuaría? Sencillo, como el general de un ejército invisible (por nanoscópico) que eliminase la amenaza antes de que se produjese la reacción química precursora de un determinado estado cancerígeno.

¿Cuánto queda para este avance de IA?

No sé cuánto tardaremos en crear este “superchip”. Numerosas compañías, del ámbito farmacéutico y de la fabricación de hardware y software sofisticado para la industria del healthtech, están uniendo sus fuerzas, algunas de ellas en secreto, desde prácticamente el inicio de la pandemia de 2020.

Quizá la espoleta de salida fue la Covid19. Los estados de todo el mundo están muy interesados en promocionar, y por tanto subvencionar, cualquier estudio encaminado a la creación de este superchip. Los beneficios son claros. El mundo se ha gastado unos 3,5 billones de dólares en material de salud, incluyendo vacunas, dispositivos de aire o respiraderos autónomos, guantes, mascarillas y otro tipo de elementos higiénicos.

El coste de la investigación, con la aportación de una IA en este sector, no llegaría ni al 25% de todo lo gastado hasta el momento, teniendo en cuenta que casi el 50% de este gasto no ha sido planificado, y por tanto, ha generado un importante déficit económico y financiero que ha debido ser suplido con mayores inversiones, en detrimento de otras partidas económicas.

Un gasto eficiente en esta “medicina” del futuro, podría suponer un importante ahorro y una eficiencia en recursos, puesto que la tecnología se pondría en funcionamiento para anticipar esos elevados costes del sistema sanitario de cualquier país.

Los laboratorios de investigación pertenecientes a los fabricantes de vacunas de todo el mundo, analizan estos avances con muy buenos ojos. Es lógico. En gran medida, los ahorros en la producción serían enormes si la industria del silicio pudiese apoyar en la creación de este superchip, de manera que unos creasen la base del chip, y otros, el principio “inteligente” que permitiese escanear el cuerpo humano, como un guardián o centinela a la búsqueda de un posible patógeno.

La carrera por el «superchip»

Esto me recuerda la famosa película de Tom Cruise “Minority Report”.

¿Y si existiese una “fuerza interna” donde un superchip pudiese reconocer una enfermedad, como el cáncer, antes de que esta se manifestase?. Si bien es cierto que la película es ciencia-ficción, cada vez estamos más cerca de un superchip. Quizá el problema sea el de siempre: quién ha creado el superchip, y cuánto nos costará al resto de los mortales, adquirirlo.

No creo demasiado en la “democratización” de la salud. Ya hemos visto que las vacunas de la Covid19, prácticamente llegan a un 30-40% de la población mundial, y el resto, sólo puede esperar “lo que sobre” del primer mundo.

La carrera por el superchip no ha hecho más que empezar. La principal pregunta no es quién ganará esa carrera, sino cuánto costará entender que, de no hacerlo, seguiremos gastando dinero que, invertido, podría dar solución a un modelo de enfermedad que siega la vida de varios millones de personas cada año.

La tecnología tiene la última palabra. La IA, el veredicto.

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