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23
Oct

La ley del huevo frito

La ley del huevo frito

Confieso que la primera vez que la escuché, me pareció poco más que un chiste o incluso peor aún, una teoría creada en un momento de aburrimiento y ningún interés por el paso del tiempo.

Pero nada más lejos…

Esta ley o teoría “del huevo frito”, y que se atribuye al escritor Charles Handy, en uno de sus ensayos sobre liderazgo y creatividad de directivos, tiene un fundamento mucho más sólido y real que, posiblemente, muchas otras de origen matemático o científico, que por ser demasiado desarrolladas o carentes de práctica, tienen una visión y comprensión mucho más alejada de nuestra realidad.

En “Ideas para directivos”, Handy aplica conceptos de trabajo en organizaciones desde la perspectiva de un huevo frito. Sí, así como suena…

Básicamente viene a decir, que en nuestro trabajo diario (ahora casi virtual al 100%) contamos con unas obligaciones o necesidades de objetivos a cumplir, que se correspondería con la yema de huevo. Esta “yema de huevo”, es nuestra famosa zona de confort, que raramente cruzamos si no es por un buen motivo, una necesidad o una urgencia. Esto encierra en sí mismo, una verdad casi universal: cumplimos lo que se nos pide, dentro de la zona de control y confort, pero raramente, sin causa justificada sobre todo, tenemos la “osadía” de cruzar hacia la clara, pensando que podemos hacer más de una simple tarea rutinaria que cumple nuestro cometido por el cual somos (mejor o peor) remunerados.

La famosa «zona de confort» 

Si buscamos algo más, y sobre todo en tiempos de Covid19, es fundamental que pensemos que, metafóricamente, la yema es una “pequeña cárcel” para nuestras capacidades reales, y que no tenemos la mínima intención, de salir de esta zona y buscar “el final del huevo”.

Estoy casi seguro, que ahora que estás leyendo esto, piensas en las veces que has (con mayor o menor éxito) frito un huevo. Porque… ¿Cuál es la mejor forma de freírlo?. Vale, este artículo no va de las más de 20 formas en las que podemos freír un huevo, sino más bien de analizar, con algo de profundidad, cuánto ponemos de nosotros mismos en la toma de decisiones que nos compete, pero más aún, cuánto camino recorremos para aplicar algo más (personal) a este hipotético escenario.

Las acciones que tomamos hoy en día, influidos por la situación económica en la pandemia, la caída de los negocios, la grave incertidumbre, la falta de una dirección motivadora e ilusionante por un futuro que, sin duda alguna, somos nosotros mismos quienes vamos construyendo, nos hace quedarnos en la parte de la yema. Para qué aventurarse, si la recompensa no está clara (y nunca mejor dicho, pues es la clara lo que verdaderamente importa en esta teoría o ley).

No sé de qué parte del lado estás (jefe o trabajador), pero estoy convencido, de que independientemente del lado en el que estés, se te plantean muchos más interrogantes que antes. ¿Dónde comienza y termina nuestra responsabilidad al ejecutar decisiones o dar órdenes?¿Qué podemos considerar éxito , si ejecutar bien una tarea o ir más allá, y tomar decisiones propias para “salir” del perímetro de control de la yema de huevo frito”?

Por otro lado, desconozco tu habilidad en el arte de “freír huevos”, pero posiblemente no sepas que, según la forma de freír un huevo (que por otro lado es un arte), te podría decir que tipo de persona eres, y por tanto, también cómo reaccionas ante las decisiones que debes de tomar en tu día a día. Porque hay dos tipos de personas, las que toman decisiones y las que ejecutan las órdenes de éstos. Y ya que estamos:

¿Cuál eres tú?

Pero para tener una idea mejor de cómo aplicarlo visual y gráficamente, nada mejor que predicar con el ejemplo. Coge papel y lápiz, y dibuja en el centro de la hoja un huevo frito (si puedes utilizar lápiz amarillo para la yema, mucho mejor, mayor impacto). En la yema deberías escribir aquellas tareas que realizas habitualmente en tu trabajo o ámbito laboral (decisiones que tomar, tareas que realizar, órdenes que dar). Según sea el tamaño de la yema que dibujes, así será tu forma de ver tu ámbito de decisiones. Pero también, si tienes pocas o una sola tarea, y comprendes que es demasiado mecánica o rutinaria, tienes un problema de fondo (tu tarea o trabajo podría ser sustituida, fácilmente, por una máquina o sistema automatizado). Además ,si la clara es muy grande, la yema pequeña, y el borde del huevo demasiado circular, quizá tengas que replantearte tu forma de desempeñar tu trabajo o tu rol directivo o de ver el modelo en que lideras o ejecutas tus acciones.

Esto va de innovar. Prueba, si tienes tiempo y ganas, a separar la clara del huevo, y sólo a freír la yema. Eso sí, asegúrate de tener más de un huevo a tu disposición, las primeras 10 veces que lo intentes freír, puede que no quede demasiado estético….

Te voy a dejar. Son las 7.00 de la mañana y se me ha abierto el apetito…

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